Nuestro
cerebro se lleva muy mal con la incertidumbre. Preferimos conocer cuanto antes
una mala noticia que vivir con la posible duda de si será buena o no. Supongo
que todos lo hemos vivido en nuestras carnes y una vez más, la medicina y la
psicología se han puesto manos a la obra para confirmarnos que esto es así.
La
primera investigación de la que vamos a hablar se realizó en la Universidad de
Maastrich. No cabe duda que a veces los científicos son de lo más originales
para ingeniar experimentos (y no cabe duda que hay voluntarios para todo). En
este caso, sometieron a unos participantes a una serie de 20 descargas
eléctricas. Un grupo sabía que recibiría un shock intenso en cada descarga,
mientras que el otro sabía que recibiría 17 descargas moderadas y 3 intensas,
pero desconocía cuándo tendrían cada una de ellas. Pues bien, ¿quiénes tenían
más miedo al comienzo de la investigación? Los resultados demostraron que los
participantes que sabían que existía una pequeña posibilidad de recibir una
descarga intensa se mostraron más atemorizados –sudaron más y su corazón latió
más rápido- que aquellos participantes que conocían al 100% que iban a recibir
una descarga intensa. Así pues, nuestra
mente prefiere la certeza aunque sea de malas noticias, a la incertidumbre de
una posible noticia positiva…
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