Una de las principales causas de discapacidad permanente es el daño cerebral adquirido
(DCA). Además de las consecuencias para la persona afectada, el DCA
produce un fuerte impacto en el familiar (depresión, ansiedad, duelo por
la pérdida ambigua acaecida, etc.). De hecho, muchas familias soportan
un nivel de estrés incluso mayor que el que sufren las personas con DCA.
Tradicionalmente, del complejo de secuelas, las más destructivas son
los cambios conductuales y cognitivos de la persona afectada. Además, el
familiar se convierte de un día para otro en cuidador/a. Cuidar es una
de las actividades generadoras de estrés más características,
especialmente cuando la naturaleza de cronicidad de las secuelas
conlleva la cronicidad de dicho cuidado.
Sin embargo, “la familia es covíctima y parte del problema pero también es parte de la solución” (Fernández Guinea y Muñoz Céspedes, 1997, p.2).
La familia juega un papel muy importante en la
recuperación y cuidado al proporcionar más horas de contacto con la
persona afectada o ser la única base de apoyo. En los hogares españoles,
un 83% de las personas con DCA viven con sus familiares. Por ello, uno
de los objetivos de los gestores de salud e investigadores ha de ser
mejorar la calidad de vida de estas familias para que puedan seguir
colaborando en la rehabilitación y cuidando con el menor coste para su
salud.
Los objetivos de este estudio fueron (1)
evaluar las secuelas de las personas con DCA mediante un inventario
desarrollado con este fin, incluyendo la indicación de en qué medida la
secuela es percibida como estresante por el familiar y (2) estudiar su
asociación con síntomas de malestar psicológico de los
familiares-cuidadores.
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