Tal vez exista un punto de encuentro, un puente entre la
literatura y el psicoanálisis, una genealogía que no ha sido reconocida
públicamente (sobre todo el método, hay que “narrarse” durante la cura), y que
sin embargo está implícita en la simbología del psicoanálisis. A lo mejor
también la literatura como el psicoanálisis se encuentran en pleno retroceso
frente a las teorías “cientistas, positivistas, concretas”. Lo que hasta ahora
hemos llamado “inconsciente” han sido las marcas, heridas, “traumas” que muchas
veces impiden vivir aunque no sea imposible darles la espalda y seguir viviendo
como si nada, Nabokov nunca ocultó su fobia hacia el psicoanálisis, él veía en
la escritura una forma de verdad irrevocable, concreta, completa.
Cierto, el
psicoanálisis y la literatura han heredado valores de la Ilustración y no han abandonado
sus ganas de luchar contra una forma de “oscurantismo” del pensamiento, tanto
el psicoanálisis como la literatura han tratado de iluminar los espacios de sombra,
pero la pregunta es ¿qué tiene que ver el psicoanálisis con escribir? Es quizás
lo primero que se preguntó Sigmund Freud y que Edmundo Gómez Mango & J.B. Pontalis (Freud avec les écrivains, Gallimard 2013) tratan de elucidar en este libro acerca
de Freud y los escritores, cuáles serían esas deudas “no reconocidas”, donde
están sus encuentros y puntos de unión, sus nudos. Por ahora, seguimos teniendo
muchas preguntas sin respuesta, preguntas sobre lo que significa el inconsciente
(“el inconsciente son los otros”, dijo Lacan), las pulsiones de vida y de
muerte, la sexualidad y el deseo, comprender lo que Sigmund Freud quiso nombrar
como “la ciencia del alma” y que la literatura siempre ha tratado de sondear,
de mostrar, sin pretender ninguna clasificación científica, un instrumento de
reconstrucción más que de demostración.
Artículo completo en el blog Tormenta de ideas
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