Mozart, Charles Dickens, Albert Einstein, Isaac Newton o Charles Darwin
también fueron sus víctimas, como lo es actualmente un millón de
españoles. Pero el verdadero drama es que buena parte de ellos lo
desconoce o tarda años en tener un diagnóstico certero.
Le pasó a Rafaela Perea,
de 49 años y residente en Granada. “Con 16 años empecé a tener
depresiones, pero nadie me decía nada sobre mi diagnóstico y los médicos
no acertaban con mi tratamiento. No fue hasta los 24 años cuando por
fin me dijeron que sufría trastorno bipolar (TB)”.
Se trata de una patología crónica y recurrente que altera los estados depresivos con los de euforia, de la que existen tres tipos.
La TB-1 (los afectados han tenido al menos un episodio completo de
manía con períodos de depresión grave), la TB-2 (nunca han experimentado
un episodio maníaco completo. En su lugar padecen períodos de niveles
elevados de energía e impulsividad que no son tan extremos como la
manía, llamado hipomanía, que se alteran con depresión) y la forma leve
de la enfermedad que se llama ciclotimia y que implica fluctuaciones en
el estado de ánimo menos intensas. Las personas con esta forma alternan
entre hipomanía y depresión leve.
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