Existen, según elos investigadores, varias razones para el vínculo
entre relaciones sociales y vigor físico. El apoyo social nos sirve
para acudir al médico con más rapidez cuando surgen síntomas (las
personas aisladas tardan más en tener señales de alarma), para beber
menos y para hacer más deporte, por mencionar tres variables a las que
afecta decisivamente.
Por supuesto, es más fácil aún encontrar beneficios para nuestro equilibrio psicológico. Las amistades íntimas son un buen colchón
en los momentos de estrés y ayudan a fortalecer nuestra autoestima. Y,
desde luego, el mayor valor que aporta la amistad parece ser el de la
liberación que supone contarle a alguien nuestras alegrías y
preocupaciones. El psicólogo James Pennebaker es quizás el más
citado cuando se habla de investigación experimental sobre este tema:
confiar es, según él, muy bueno para la salud mental. Y eso se
demuestra, por ejemplo, en momentos traumáticos: aquellos que disponen
de una buena red de amistad los superan más rápido y con más facilidad
que las personas que no han tenido nadie a quien contárselo. El escritor
León Daudí decía que "un buen amigo es una persona para la cual no tenemos secretos y que, a pesar de todo, nos aprecia".
En una sociedad como la actual en la que es tan importante mantener la
imagen ante los demás es una gran noticia tener amigos con los que uno
no necesita posar.
Sin
embargo, en la práctica olvidamos todas estas recomendaciones. ¿Por
qué? Si todos estos efectos positivos son tan claros ¿por qué no
cultivamos más esta variable tan importante?
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